Experiencias dentro de Cuba: Bajo pertinaz llovizna

Publicado 6 jul. 2023 El tiempo de lectura 4 minutos
Experiencias dentro de Cuba: Bajo pertinaz llovizna
© Foto: PIN Archive

Inimaginables, son los momentos que se viven bajo un régimen intolerante, cuando las personas deciden reclamar algún derecho.

Margarita, su esposo y el pequeño hijo de tres meses de edad, vivian en una humilde casa en el poblado de Managua, a las afueras de la ciudad de La Habana.

“Usted es periodista?”

Me dijo cuando le respondi su llamado a la puerta de mi casa.

“La policía me ha dejado una orden de desalojar mi casa. Dicen que me voy o me sacan por la fuerza.”


La vivienda pertenecía a la madre de su esposo y abuela paterna del niño recién fallecida. La había obtenido en usufructo gratuito. Pero ahora las autoridades, “humanas y benévolas”, de la revolución querían quitársela bajo el pretexto que no tenían el tiempo reglamentario de convivencia para tener el derecho a permanecer en el inmueble.

A los pocos días de nuestra conversación, y bajo una pertinaz llovizna, como destaqué. Marta su esposo y el pequeño fueron sacados por la fuerza en horas de la noche, después que inspectores de la Oficina de la Vivienda en el municipio Arroyo Naranjo y efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), abrieron a patadas la puerta de la muy modesta vivienda.

Pude ser testigo de los hechos desde una casa cercana refugiándome tras una columna del portal para no ser vista por los represores.

Los moradores y herederos desalojados con algunas pertenencias, fueron obligados a subir a la cama de un camión sin ninguna protección para la lluvia, llevados a más de un kilómetro del pueblo donde una choza casi sin techo los esperaba.

Eso lo pude comprobar un rato después, cuando las entidades gubernamentales se habían retirado de la zona, donde habían abandonado al matrimonio con el bebé.

Aquella noche le pedí a Margarita que regresara a su casa, que luchara por su hijo, que allí donde estaba era un sitio infortunado, no sólo para humanos sino también para animales.

Aquella madre angustiada, pero decidida a luchar ante tamaña injusticia, me escuchó y aquella misma madrugada regresó a su casa y pudo entrar zafando una cuerda que policías e inspectores habían colocado a manera de cierre de la puerta principal.

Las informaciones que redacté de aquel suceso, fueron publicadas por Cubanet y Radio Marti, medios radicados En Miami. El caso tomó cierta visibilidad y, creo, detuvo un tanto las malas intenciones del gobierno local.

Por ese motivo fui citada a la estación policial por agentes de la Seguridad del Estado, para reiterar sus amenazas por continuar escribiendo para “medios contrarrevolucionarios, que solo se dedican a difamar la realidad cubana”.

También supe por amigos, que el delegado del Poder Popular de la zona, había expresado

“estar cansado de esa mujer que sólo trae problemas”

. Hablaba de mí.

Margarita y su familia continuaron en su casa, también continuaron las presiones de las autoridades, pero ella no se amedrentó y siguió denunciando y reclamando su derecho.

La visibilidad del caso que dieron las publicaciones, también hicieron su parte. Y por fin, después de mucho bregar, de litigios y reclamos, a la Oficina Municipal de la Vivienda, a las autoridades no le quedó más remedio que reconocer el derecho de la familia a la casa.

Además, luego se pudo conocer, que la inquilina de una casa cercana a la de Margarita, era inspectora de las Oficinas de la Vivienda y, según la versión, quería usar el espacio ocupado por la casa de Margarita como ampliación para su patio trasero.

Hoy aquel pequeño bebé ya asiste a la escuela y, lógico, repite diariamente las consignas establecidas para todos los alumnos en los planes gubernamentales de instrucción pública.

Pero eso no aliviará el asma que padece desde aquella noche en que autoridades inhumanas, obedeciendo órdenes, lo sacaron sin ninguna protección de su hogar, tratando de condenarlo a una vida aún más difícil de la que ya tenía.

Autor: Amarilis C. Rey para Eye On Cuba

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